Debajo
de un olivo fructuoso
por do se van mil vides retorciendo,
con gran lujuria vide estar hodiendo
a una dama un galán furioso.
Ella los pies al cielo luminoso tiene,
con que en los lomos le va hiriendo,
y con dulces meneos va haciendo
se encienda más el fuego lujurioso.
Y al derramar la esperma y regucijo,
dijo el galán: " Mi vida, pues acabo,
si puedes di aceituna" y quedó mudo.
Ella, que sin compás menea el rabo,
“Acei..., acei..., acei..., aceite” dijo,
que decir “Aceituna” nunca pudo.
Un soneto anónino del Siglo de Oro español, tan explícito como apasionante; como ese roce de piel humana tan lícito, tan deseado. Amor soñado y realizado con el erotismo real que pasa del plano onírico al más vívido: al derramar la esperma con regucijo.
Estaba una fregona por enero
metida hasta los muslos en el río,
lavando paños con tal donaire y brío
que mil necios traía al retortero.
metida hasta los muslos en el río,
lavando paños con tal donaire y brío
que mil necios traía al retortero.
Un cierto conde, alegre y placentero,
le preguntó por gracia si hacía frío.
Respondió la fregona: “Señor mío,
siempre llevo conmigo yo un brasero”.
le preguntó por gracia si hacía frío.
Respondió la fregona: “Señor mío,
siempre llevo conmigo yo un brasero”.
El conde, que era astuto y supo dónde,
le dijo, haciendo rueda como pavo,
que le encendiese un cirio que traía.
le dijo, haciendo rueda como pavo,
que le encendiese un cirio que traía.
Y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
- Pues sople este tizón Vueseñoría.
alzándose las faldas hasta el rabo:
- Pues sople este tizón Vueseñoría.
Amor-placer, placer sin amor o amor y placer. todo gira alrrededor de un mismo eje que todos recorremos girando sobre la misma noria del sexo: eso tan complicado que nos complica y nos libera de toda la culpa de una religión, moral/ética y, al llegar la libertad mental, nos permite ser más auténticos ante nuestros hijos.
Como contrapunto y para no dejar "cojo" mi post, no puedo por menos que citar a un gran poeta y dedicarle una imagen, también no apta para menores/as: Jaime Gil de Biedma.
Peeping Tom
Ojos de solitario, muchachito atónito
que sorprendí mirándonos
en aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras,
hace más de once años,
al ir a separarme,
todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos,
felices como bestias.
Te recuerdo, es curioso
con qué reconcentrada intensidad de símbolo,
va unido a aquella historia,
mi primera experiencia de amor correspondido.
A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo
vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.
Así me vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo,
la imagen de tus ojos. Expresión
de mi propio deseo.
Ojos de solitario, muchachito atónito
que sorprendí mirándonos
en aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras,
hace más de once años,
al ir a separarme,
todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos,
felices como bestias.
Te recuerdo, es curioso
con qué reconcentrada intensidad de símbolo,
va unido a aquella historia,
mi primera experiencia de amor correspondido.
A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo
vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.
Así me vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo,
la imagen de tus ojos. Expresión
de mi propio deseo.
El amor, el sexo y el amor, es esa cadena doble de ADN que nos condiciona, que nos deja una huella indeleble totalmente reconocible en nuestros cuerpos secretores; quizás en nuestras mentes no tan libres como pensamos que son pero, siempre nos quedará el sueño de la poesía y el sueño reparador para crear nuestro mundo, el Mundo que vivimos día tras día.
PD: De Safo de Lesbos no se conservan más que algunos párrafos sueltos.