¡Qué glorioso, y qué penoso es ser en este mundo un mirlo excepcional! No soy un pájaro fabuloso, el señor Buffon me ha descrito. Pero, desgraciadamente, soy raro y muy difícil de encontrar. ¡Ojalá fuera completamente imposible de encontrar!
(ALFRED DE MUSSET)
Una gran decepción no por los participantes en este blog; es una gran decepción por el medio que nos debería facilitar la comunicación, jamás habida en la Historia de la Humanidad (llamémosla desde ahora humildad y resignación a un poder supranacional que nos fagocita). Harto y cansado estoy por no poder comunicar como yo querría, con más exigencias de los gestores del invento, que no me permiten responder a los comentarios, siempre sabrosos, de mis lectores. No sé, en verdad, cómo ponerme "a tono et a tempo" en esta historia que más bien parece una carrera a muerte con la constante reclamación de datos, cambio de contraseñas... ¡JODER, que ya estoy algo mayor para tanta exigencia...!
En mis tiempos de niño-adolescente, con el soldador de estaño, circuitos eléctricos y algunos componentes electrónicos, fabricaba de todo y era capaz de arreglar televisores y otros aparatos: la tecnología ha avanzado tanto que ya ni Dios sabe arreglar nada: se tira a la basura. Tiraré a la basura cósmica todo lo que tengo, es la única opción y la que más me gusta.
Abjuro, por tanto, de mis blogs y de mi teléfono celular: Qué menos.
Placer natural.
Me voy por cansancio natural y por enfado personal ante unos medios que cada día me resultan más odiosos.
Un soneto anónino del Siglo de Oro español, tan explícito como apasionante; como ese roce de piel humana tan lícito, tan deseado. Amor soñado y realizado con el erotismo real que pasa del plano onírico al más vívido: al derramar la esperma con regucijo.
Estaba una fregona por enero
metida hasta los muslos en el río,
lavando paños con tal donaire y brío
que mil necios traía al retortero.
Un cierto conde, alegre y placentero,
le preguntó por gracia si hacía frío.
Respondió la fregona: “Señor mío,
siempre llevo conmigo yo un brasero”.
El conde, que era astuto y supo dónde,
le dijo, haciendo rueda como pavo,
que le encendiese un cirio que traía.
Y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
- Pues sople este tizón Vueseñoría.
Amor-placer, placer sin amor o amor y placer. todo gira alrrededor de un mismo eje que todos recorremos girando sobre la misma noria del sexo: eso tan complicado que nos complica y nos libera de toda la culpa de una religión, moral/ética y, al llegar la libertad mental, nos permite ser más auténticos ante nuestros hijos.
Como contrapunto y para no dejar "cojo" mi post, no puedo por menos que citar a un gran poeta y dedicarle una imagen, también no apta para menores/as: Jaime Gil de Biedma.
Peeping Tom
Ojos de solitario, muchachito atónito que sorprendí mirándonos en
aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras, hace más de once
años,
al ir a separarme, todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos, felices como bestias.
Te recuerdo, es curioso con qué reconcentrada intensidad de
símbolo, va unido a aquella historia, mi primera experiencia de
amor correspondido.
A veces me pregunto qué habrá sido de ti. Y si ahora en tus
noches junto a un cuerpo vuelve la vieja escena y todavía espías
nuestros besos.
Así me vuelve a mí desde el pasado, como un grito inconexo, la
imagen de tus ojos. Expresión de mi propio deseo.
El amor, el sexo y el amor, es esa cadena doble de ADN que nos condiciona, que nos deja una huella indeleble totalmente reconocible en nuestros cuerpos secretores; quizás en nuestras mentes no tan libres como pensamos que son pero, siempre nos quedará el sueño de la poesía y el sueño reparador para crear nuestro mundo, el Mundo que vivimos día tras día.
PD: De Safo de Lesbos no se conservan más que algunos párrafos sueltos.
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
CAYO VALERIO CATULO, NACIDO EN VERONA Y ARISTÓCRATA,en fecha incierta (87 al 54 AC), representa una poesía
incisiva, melancólica y, fundamentalmente amorosa, centrada en la figura de
LESBIA, su amada real, que yo, que soy de “ciencias”, no sé si habría alguna
relación con la isla y con la escuela de SAFO de Lesbos. No me importa lo más
mínimo. Personalmente me centro en la Mitología: en LAS BODAS
DE TETIS Y PELEO.
Nuestro gran paladín de la poesía,
MISÁNTROPO, nos ha recordado la obra de CATULO y yo paso a reproducir su gran
trabajo.
Vivamos, Lesbia Mía, y amemos,
y las madedicencias de los viejos severos
pensemos que no valen un ardite.
Los astros pueden morir y volver;
pero nosotros, una vez que muera nuestra luz,
deberemos dormir una última noche perpetua.
Dame mil besos, luego cien mil;
luego otros mil, luego otros cien mil;
luego hasta otros mil, luego cien mil.
Después, hechos ya muchísimos miles, confundánomos, para que no lo sepamos nosotros, ni ningún malvado pueda mirarnos con malos ojos, cuando sepa cuántos besos nos dimos.
Me preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia, me serían más que suficientes, cuan gran el número de arena de Libia yace en Cirene, de Laserpicio plena, entre el oráculo del ardiente Júpiter y el túmulo del anciano Bato; o cuantos astros, al callar la noche, ven los amores ocultos de los hombres;
sólo esos besos satisfarán a Catulo el loco más que suficientemente, que ni contarlos podrán los curiosos ni con sus malas lenguas hechizarlos.
CATULO
PD: Me encanta el erotismo, me mantiene vivo con esa ensoñación ficticia y ,normalmente realizable de la manera más sencilla y más poética: Un simple contacto con tu pareja, susurrándole al oído un poema cotidiano mientras derramas tu aliento vital como una brisa que te habla; que te refresca o calienta, con el contacto corporal más placentero.
MONUMENTO A D. PEDRO MENÉNDEZ EN AVILÉS, EN EL PARQUE DE "LA FOCA".
D. Pedro Menéndez nació en Avilés (Asturias) el 15 de febrero de 1519 y murió el 16 de septiembre de 1570 en Santander, tras una vida dedicada a la mar desde su infancia, en la que el hidalgo, hijo de Juan Alfonso Sánchez de Avilés y de María Alonso de Arango, natural de Pravia (Arango es típico apellido de esa villa y concejo), perdió a su padre a los ocho años de edad, y su madre habría de casarse nuevamente.
CASA NATAL DE D. PEDRO MENÉNDEZ, ACTUALMENTE ESCUELA DE CERÁMICA. AL FONDO, IZQUIERDA, EL PALACIO DE CAMPOSAGRADO, LA ACTUAL ESCUELA SUPERIOR DE ARTE.
Tras muchos avatares en la Marina, con heroísmo, fue nombrado a los 35 años, por Felipe II, Capitan General de la flota de Indias. Fue también Comendador de la Órden de Santiago y, lo más importante: Fundador de la ciudad de San Agustín de la Florida, gobernador de la Florida y de Cuba. Desde hace años las ciudades de Avilés y San Agustín de la Florida están hermanadas . Los restos mortales de Pedro Menéndez descansan en la Iglesia de los PP Franciscanos (la más antigua de Avilés) a escasos metros de su casa natal.
El
descanso le llegó al Adelantado a la séptima. En 1956, los restos de
Pedro Menéndez fueron al mausoleo de Garci-González, en la iglesia de la
plaza de Carlos Lobo. El alcalde Francisco Orejas Sierra presidió la
comitiva junto a los gobernadores Civil y Militar y junto al director de
Relaciones Culturales del Instituto de Cultura Hispánica, Manuel
Fernández Shaw. Cinco siglos después y siete entierros más tarde, el
Adelantado reposa para siempre en la iglesia de su infancia. Este último
traslado encendió la mecha del hermanamiento con San Agustín.
Sé que hay más poemas acerca del ADELANTADO DE LA FLORIDA, pero en esta ocasión citaremos el último.
SONETO A DON PEDRO MENÉNDEZ DE AVILÉS
Del olvido hoy
rescatarte quiero
si pluguiere al Cielo
el poder honrarte,
y sea aqueste espejo
do mirarte
quïen de la verdad
busque el sendero.
A tan bravío y noble
caballero,
naüta que aün Neptuno
ha de admirarte,
digo el tridente
altivo yo he de darte
y sus glaücos lienzos
por tu acero.
Amó tu vela a Euro y a
Favonïo,
y en hazaña ardida y
meritoria
al galo afán fuïste
demonïo.
Prisión sea a tu
nombre mi memoria,
de tus hechos, mis
hechos testimonio,
y voz sea mi pluma de
tu historia.
FERNANDO FAJARDO
CAPILLA DE LOS/LAS ALAS (HUBO POLÉMICA ACERCA DEL APELLIDO POR EL ARTÍCULO Y PARECE QUE FINALMENTE TRIUNFÓ "LAS ALAS"). Una capilla anexa a la iglesia de los franciscanos.
SIC TRANSIT GLORIA MUNDI
IGLESIA DE LOS PP FRANCISCANOS.
Queridos amigos, la loa a D. Pedro Menéndez de Avilés sigue abierta para todos aquellos que quieran dejar su mensaje, su testimonio de admiración. Nada me gustaría más que la recepción de un comentario de algún morador de San Agustín de la Florida. Un abrazo a todos.
Luengos tiempos ha, valeroso caballero don Misántropo numantino, que los que estamos en estas soledades encantados esperamos verte, para que des noticia al mundo de lo que encierra y cubre la profunda cueva por donde has entrado, llamada la cueva de Montesinos: hazaña sólo guardada para ser acometida de tu invencible corazón y de tu ánimo estupendo...
Años ha que admiro tu prosa y tu poesía, impecables, así como tu gran sentido del humor, que atrapa al lector de tus páginas memorables por la solercia del que sabe usar bien la Lengua Española, uno de nuestros grandes tesoros. Disiento de ese fastidioso cronista, el tal Cide Hamete Benengeli, que no da crédito a tales aventuras de la cueva. Para muestra vale un botón
LA NUEVA COCINA (I). INTRODUCCIÓN CON DISQUISICIONES VARIAS
En más de un ocasión he dicho que la nota dominante de
los tiempos modernos es la estupidez. No se me escapa que otras características
le irían como añillo al dedo a la modernidad, tales como la mediocridad o la
jactancia, ya que nos han hecho creer que vivimos en la cima de las edades y
culmen de los siglos. No obstante, me quedo con la estupidez, ya que incluso
quienes no son jactanciosos o los que destacan en algo no pueden sustraerse de
la tónica dominante que lleva a todo el mundo a hacer el idiota muy a menudo. Y
que orgullosos de tan maravilloso derecho. Si no me creen, cojan ustedes un
periódico, armándose de valor; enciendan el monstruosos aparato que es el
ónfalo del hogar, y casi de la existencia de hogaño; dense un garbeo por las
redes donde son pescados tanto ociosos incautos; cometan tales temeridades y se
darán de bruces con una sarta de mamarrachadas a cual más colosal. Y pocos se
salvan.
Parece que en estos días de desaforado progreso
científico y tecnológico, sin faltar el material -y el materialista-, con el consiguiente
retroceso espiritual, no podía faltar el avance de la imbecilidad. Tanto lo uno
como lo otro se desbordan de la misma fuente, pero no entremos en honduras. Lo
más curioso del caso es que tal idiocia generalizada nace del fatuo
convencimiento de que hoy día somos más listos que nunca. Y como la humildad
suele ir de la mano del sentido común, así nos luce el pelo. Por eso antes
ponía a la jactancia como rival de la estupidez como signo de los tiempos. El
hombre moderno, en su impuesta e impostada soberbia, se cree tan superior a
todo lo anterior que considera un desdoro seguir las normas y creencias de
siempre, caducas, fascistas y casposas antiguallas, aunque se amolden a la más
elemental cordura. Seguir a los viejos maestros, esto es, la sensatez de toda
la vida, es tenido como un delito abominable.
Curiosamente, esta creencia ha arraigado en unos tiempos
en los que predomina con atroz pertinacia el hombre masa, el esclavo feliz de
nuestros días, en el que la idiotez es norte y guía. Y bien orgulloso está de
ello. Ya decía Goethe que las masas permanecen siempre en la minoría de edad.
Las nuestras gatean aún con el chupete en la boca. Y quítenselo ustedes: el
berrinche es de aupa. Por descontado, esto no es consecuencia de una penosa
casualidad o de una ley natural. Todo obedece a un plan establecido hace mucho
por mentes siniestras y oscuras, pero esa es otra historia que quizás un día
ataque.
Por desgracia, pues uno es hombre de letras y diletante a
sus horas, la idiotez se ha cebado con especial saña en estos campos del saber
donde desde hace muchos siglos el hombre ha dado lo mejor de sí para redimirse
de muchas miserias. Contemplen si no el estado de la literatura: basta que un
emborronador de cuartillas escriba cuatro párrafos locos con una señorita
empecinada en que su amado la golpee, cosa que se ve debe de ser de lo más
excitante; que nos aburran con un plomo sobre las inquietudes de alguna mujer
ya de cierta edad que se entrega, aburrida de la vida, a un viaje iniciático en
busca de sí misma, entre otras calamidades literarias que sería prolijo, y muy
desagradable, mencionar, como algún petardo histórico o el enigma del
manuscrito del club de la secta de la madre que los trajo de un escritor famoso
de antaño -todo muy anticlerical, claro está-, para que cualquier
mindundi vea como sus sienes son ceñidas con la corona de Apolo, y sus
bolsillos llenados con los dineros de Pluto.
Y qué decir de la música o el arte que no nos ponga el
vello de punta. Vayan ustedes a un concierto de música contemporánea, y tendrán
que hacer ímprobos esfuerzos para discernir cuando la orquesta ha acabado de
afinar y cuando ha empezado a tocar la pieza. En todo caso, podrá saberlo
cuando la cosa se ponga verdaderamente desagradable. Y eso por no hablar del
sujeto aquel que daba recitales en los que pulsaba las cuerdas del piano con un
hacha para acabar haciendo astillas al instrumento (lástima que nadie lo
hubiera hecho con él), o aquel otro que tocaba también el piano, pero sin
levantar la tapa, con lo cual deleitaba al auditorio con los golpecitos de la
mano sobre la madera. Tan verídico como atroz.
Pero es que en el campo del arte la cosa no se queda
atrás. ¡Lo que se ve, amigos míos, lo que se ve! Desde que a unos pintamonas
les dio por llenar el lienzo de rayajos, a otro por la humorada de presentar
como obra de arte un urinario (más propio sería un váter, ya me entienden),
hasta los que nos espetan una carretilla llena de quesos o un bote con
excrementos (insisto, muy sincero), por no hablar de los que se hacen picadillo
en público en esas majadería llamadas “performances”, o aquel otro que ofreció
su virginidad anal como obra artística -que también era hacerse picadillo-;
repito, desde que tales disparates se perpetran el arte ha degenerado hasta lo
abominable, basado en el aparentemente maravilloso y progresista supuesto de
que ahora todo es arte, lo que propicia que ya nada lo sea. De todos modos, el
derroche de estulticia no viene de esta panda de orates y pillos llamados
artistas, ni de los que los promocionan, aún peores, si no de la patulea de
memos pedantes que les hacen el juego al tragar esta bazofia, que antes tienen
por un excelso manjar para el cacumen. Y como se forran con la pedantería
algunos.
En definitiva, la conclusión a la que podríamos llegar es
que hay que hacer el indio para triunfar en esta vida. Y para apoyar a mis palabras
vayamos al motivo principal de estas letras: la moderna concepción de la
gastronomía, pijiprogrez que han dado en llamar la nueva cocina, campo donde la estupidez se
muestra del modo más sangrante y evidente. Como ejemplo
de hasta qué cimas, por no decir abismos, de memez ha llegado el ser humano,
permitan que les refiera lo que me sucedió hace unos años al respecto, episodio
que bastará para ilustrar mi tesis mejor que un tropel de sesudas razones. Pero
tendremos que esperar a otro día para narrarles los avatares de aquella noche
infausta, pues debo reunir fuerzas y valor para ello. Falta hace. Mientras,
espero que una bien surtida bandeja de dulces navideños atraiga a mi musa.
TODO UN TRATADO DE FILOSOFÍA.
Cierto, amigo cavernario, es mejor un buen menú de los de antes, un menú como el de LOS XEY:
Pero volvamos al asunto, a la Poesía:
A LA CALAVERA DE QUIEN FUERA DAMA TAN BELLA COMO VANIDOSA
(SONETO ANÓNIMO HALLADO EN LOS JARDINES DE LA ISLA)
¡Oh!,
tú, del gran furor del sino agravio,
que
yaces, una más, entre despojos,
fueron
en ti los años trampantojos;
fue
para ti la vanidad enlabio.
En
su día hechizó la flor del labio,
imán
de los amores bellos ojos,
y
en faz simpar tiranos los sonrojos.
Llevó
a ser necio tu beldad al sabio.
La
muerte, que es inmune a tal halago,
pronto
evitó el desquite de los años:
muy
joven padeciste horrible estrago.
Tomaste ¡Ay! mis consejos por extraños,
bella ninfa, y cruzó tu daño el lago
en pago merecido a tantos daños.
Caballero de varias advocaciones, siempre Misántropo de la caverna, nos ha regalado bellas perlas literarias en prosa y en poesía, con el soneto como principal armadura de clave para exponer su música, su bella armonía sonora y poética.
Lo último: un triste epitafio que nunca debería escribirse:
Junto a una solitaria
cruz, cuando el final me llegue,
aquí acabarán mis pasos...
sin dejar huella en la nieve.
Mejor es un Sol naciente/poniente que la más bella de las lápidas.